Al abandono que deja de llamarse encierro,
a él le estoy regalando las yemas de mis dedos.
A la paranoia de perderte, mi angustia dactilar
le repite que todo podría ser cierto.
Con la infección que me provoca
besarte lo incierto,
voy en la búsqueda de ese
ti
que sea más que este efímero concierto.
No deseo más que lo que de ti aborrezco,
el desdén de tus sonidos,
el asco enardecido y certero,
nada queda de mi ansiedad
ahora que de ti odio quiero.
Dividida yo, dividido el anhelo
de hacerte una constante,
de hacerte velocidad en mi luz
y de encontrarte estática,
silenciosa sin volúmenes
que me entrampen.
La pérdida de la que estoy siendo
sujeta a raíz de tus manos
duele
y la memoria paquidermo
errante se niega a entregarse a su amo;
violencia y destrucción veo
no muy distantes.
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