Sube,
siempre arriba.
Te quiero montada en mi delirio,
rompiéndome la costilla con tu talón
no creo encontrar consuelo para tal
laceración.
Y Baja,
que el vértigo es cortejado por la depresión,
me abandono a falso alivio,
mareada,
rompo tu voluble concentración.
Rompe artera la adoración
de la que estoy hecha,
no hay encanto más dilatado
que el que tu cuerpo cosecha.
Y razga mis muslos con tu desesperación,
ríe después a costa de mi sexo,
que te sabe a chistes y a canción.
A cal sella mis ojos,
se la niña que se ahoga dramática
en estos pozos jadeantes y perezosos.
Y arena rica en corales,
sumerge en la sangre mareada,
que cuando a oleadas te vienes,
dejas ruda dentellada.
A capa fina de pintura
me arriesgo a parecer superflua,
sin finura.
Más, por tu pincel paso factura,
humedécete en mis ranuras,
que para eso te quiero artista,
ven,
remiéndame las fisuras.
Y espada hunde en rauda calentura,
que si no termino es por tu loca
desventura.
Tus ausencias dan calambres
a mis necias uñas.
No te olvides de avisarme,
que ya no responderé
a lastimeras dudas.
Entre azul destino,
indómito y castrado amigo,
ayudante del bastón
que se pretende seguro camino.
No me engañas siendo ambiguo,
ambos sabemos de trágico martirio,
tiene nombre de dramática lectura,
es la kappa de mi alfabeto,
y es dictadora de mi hechura.
Y buenas noches,
me despido,
entrego frágil amor insecto,
que es por ti inspirado
y es suspiro perfecto.
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