Qué desdén el tuyo con el que alimentas
este pardo corazón.
Seguro querrás pronto mi obligada retirada,
la historia te la sabes,
al fin y al cabo se tiende a repetir
la cansada posesión.
Las cáscaras que vas dejando
a tu paso,
el tiempo despellejado,
los huesos después de grandioso banquete
de egolatría y satisfacción;
lo dejas todo
para mi solita,
gracias,
no te hubieras
molestado.
Dando y dando.
Yo no seré la que traicione fielmente
a la ordinaria,
acostumbrada caprichosa
que ahora soy.
En el momento de los furtivos besos,
de las seis copas,
del as bajo la manga y de la espada,
de orgullo pueril,
ensangrentada...
seré la misma
que ahora te arranca
besos en ciegas dentelladas.
De verdad, no dejaré de ser quien soy.
Consiento alegre tu devenir locuaz
y celebro tu pasión.
Que en tus manos me realizo,
ajena al pasado que habita la marchita
delimitación de mi
lengua hermafrodita.
Pero te digo sin vacilar,
cariño,
no me dejes sin objeto
para tansitar la soledad
en que me siento
cuando ocupas mucho mejor,
y sin mi,
tu tiempo.
Poseidón está latente
en la caracola de mi
ira,
que tú,
desafiante,
supones inexistente,
y si acaso pequeñita.
Congratulaciones,
pues,
para la sublimación
que mantiene cautiva a la,
miserable y enojada,
marea destructora
de paciencias y de amores,
reacios a permanecer conmigo
¡ay!
pero qué dolores.
Dignamente sonrío y
presumo mis condecoraciones,
nada importa la catástrofe
que he representado en
las muertes de mis futuros
personificados.
Cambiemos todo esto,
lo pido de codos y rodillas,
ante ti, regidora
de mis renovadas alegrías.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Lo más posible es que nos afiliemos a sus planes. Los parques los domingos me vuelven loca.
Besos
Publicar un comentario