lunes, 20 de octubre de 2008

Anidar

Distante la humedad enternecida,
se turba ante el áspid de tus besos,
ronronea la espina dorsal ante tu tacto,
ruge mi vientre ante tus ojos de leopardo.

Gruñes altiva,
certera presa soy de tu caricia.
Me encomiendo a tus extremidades,
melena de confusiones que somos,
en la lucha,
en las deseadas posteridades.

Canta receloso mi porvenir,
se pavonea ridículo mi acto,
te cortejo,
te quiero conseguir ahora para jamás dejarte.

Corazones croan delirantes ante,
gatuno,
tu andar.
Se mía otra vez siempre, no nos hagas dudar.

Acéchame en preciosa contemplación,
espero que caces mi orgullo,
que muerdas mis nuncas.
Devora jadeante las entrañas
de mis temores líquidos,
distiende tendones que sostienen
quebrantos y desilusiones.

Nunca te había sentido
tanto, ante todos los tús que
antecedieron nuestros encuentros,
anacrónicos y difuminados.

Permanece bestial ante mi arrojo,
lubrica las garras que me mienten,
que deshacen la salvedad con
que me arrulllo.
Requiero de la piel de tu sombra,
cobijar mi soledad yo quiero,
con tu caótico silencio.

Soy onomatopeya de tus antojos,
deliberadamente
me ofrezco a tu hambre.

Convídame, sin piedad, a la camada de
tus destinos.

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