Que estos años ladinos no
me pasen factura,
ahora que encuentro con tino
a tierna criatura
de tacto de lino y ciertamente divino.
No se haga insípida esa entrega que dejé tanto
tiempo en espera,
no se haga turbia la mirada
deseosa,
ni el sexo se entregue
sin la acostumbrada ansia presurosa.
Miedo de darme,
sin tregua entregarte
lo que se ha sopesado miserable,
que astuta mediocridad sale al paso y
decide voltear lienzo y transformarlo
en cedazo.
Así pido clemencia pues quiero quererte fuerte,
no me dejes a la mala,
no me dejes a la suerte.
El teatro al que me apego no es más que
el drama de mis sueños viejos,
resquebrajada está la ilusión,
por eso te aquejo,
con mis argucias y mis denuncias,
con todo aquello que separará
de ti mis penumbras.
Suponiendo me hecho enemiga
del para siempre que añoro,
presagios no son nada nuevos,
mis opciones rotas siempre las lloro.
Melancolía de los porvenires...
Pido, rompas el estigma que suele
ceñir mis devenires.
Despide a la neurosis de los recuerdos,
se tú la que aleja maldición que constriñe
sin respiro añejos besos.
Cansado discurso que hago,
agotada la lengua que mando,
fuerza le pido a tu oído que no se volteé
ante tal resabio,
de sabores conjugados,
de verbos enamorados,
ámate mía y
que a mi me abandonen
estas necias manías.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario