Mentira, me dueles.
Como el tiempo duele y la saliva.
Mientras toco el vértice del tiempo
hago mío el mar de tus desvelos,
posesión marcada por la carne.
Devoro el ayuno de tus ojos, eternamente
insatisfecha de esta voracidad maldita.
Delimitando ansiosa mi llegada, te grito,
a ti, que escuchas lo mineral del verso.
Sólo a ti te hacen sombra las alas de los árboles
y a ti te engendra el viento en los ojos de mi ensueño,
sólo a ti no te quiero cansada de esperar
el fuego.
Dolorosamente confesaré que quiero lacerarte
el cuerpo
como me has lacerado el alma.
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