lunes, 21 de julio de 2008

Whoremaster

Con mi ofrenda lunar me acerco,

descubro la única estrella de la madrugada

y el cielo escupe los colores

de la tierra.

Con las manos frías,

con la espalda en lo blanco

adolorida,

siento el beso de los pinos,

veo como han torcido su camino

hasta encontrarse en lo alto,

hasta compartir capullos y telas de arañas.

Sí, lo veo claro

ahora lo he dicho y lo he terminado,

pues el camino es traicionero

y se encuentra enamorado,

de las escaleras que no conoce,

de las duelas negras de sangre, de alcohol

y de tabaco.

De tierra me hicieron

un día que no es otro que un

sábado,

el sonido de un juego,

las percusiones,

el sudor en contacto,

los nervios y el baile,

las cosas usadas,

de nuevo el camino:

Resiste

no puedo, no tanto.

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