Entonces veo las vísceras siniestras que tratan de unirse a un cuerpo, a tu cuerpo. Ese que no dejas que desprenda los aromas, que tapas con atuendos y que aún así se desborda y que aún así me acompaña en las noches masturbatorias.
Caminando justamente en el periférico, me acordé de lo que se siente estar atropellado, por recuerdos, por lo transitorio de tus manos en mi cuerpo...¿y qué? nunca fuiste siempre para mí , es por eso que lo que yo más en ti quiero es todo lo que no veo, lo que me ocultas, lo que debo de sacar con dientes, navajas y deseos.
Escondidos los placeres, escondida la esperanza. Así pues, el homicidio de mi tacto queda pospuesto ya que hasta no encontrar otra piel elástica y dispuesta no encontraré el filo necesario para dejarte, a ti, tratante de las sangres.
No sonrías.
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