De nuevo entre colchas,
entre telas perdidas,
cálculo de lenguas
orgía de olores
lamento mi urgencia,
recreo en mi saliva tu nombre.
Las torpes uñas gimiendo,
encontrando paredes
límites sordos.
No me confundas
aquí en estos bosques,
sabes,
siempre que puedo
me escondo.
Resguardo en mis manos lo redondo,
cicatrizo tus lugares comunes,
me indigno ante la desnudez que
haces tuya, que invita.
Sudores, pánicos de no verte
inmensidades por abarcar
arribo de sales,
marejada de incertidumbres.
Los ruidos que anuncian,
las articulaciones que queman,
las suavidad de tus voces
sureñas con sabor a norte,
a la considerada pregunta
los dedos responden.
Estrechez que viene
que va
que se queda apretujando
labios y dientes.
Destino final,
gracias,
por siempre
y
para siempre,
qué rico.
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