La pared roja,
las cutículas rojas.
El color cambia de posición,
desdén en la mirada de la virgen
anunciando despedidas.
Lo sé, ya me voy
de tu vida, de tu sexo,
de tu voz asertiva que regaña,
que exige, que no perdona.
Qué hacer, beso furtivo
en movimiento.
La pena sigue en el horno
y el caliente bálsamo que mis dedos
recorrió se me va, se me fue siempre.
El concilio llegó a ponerse de acuerdo,
el egoísmo nunca fue tuyo del todo,
yo te quise mía y no di nunca nada,
me quedé esperando un beso, sí,
rojo.
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